Perdonen que no me levante
Ando patas arriba en danza invertebrada
invirtiendo la vida en conseguir erguirme:
mas mi espalda no acaba de abandonar el suelo,
ni puedo con el peso de mi vientre larvario.
Así que permanezco, en movimiento insecto,
hasta dejar vacía mi cueva exoesqueleto,
testimonial vestigio para los visitantes
de una ausencia repleta de pasado cercano.