De papel y de tinta
concebida,
nací después a lápiz,
diminuta,
para vivir mi niñez
en un boceto.
Borrón y cuenta nueva:
fui creciendo,
me cansé de hacer barro y
plastilina
para abrazar la aguada
adolescente.
Pasión de juventud fue
la pintura,
qué intensos los colores,
qué oleosos;
mas con la trementina
no hubo feeling.
Y es el acrílico el que
me fecunda:
formé pareja estable
con sus ritmos;
pero llegó el grabado
y yo fui débil.
Hoy vivo en amor libre,
más maduro:
de color y de trazo,
cada día;
de papel y de tinta,
nuevamente.